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Pero hizo todo lo que pudo. No fue suficiente. Todas las dictaduras nos quitan la libertad de elegir. Los dos lo sabemos. O revelan nuestra debilidad. Luego nos llevaron ahí. Aparecían tantos cuerpos en la costa que la Prefectura Naval decía que no podía con todo. Mi querida amiga. ¿Y dónde estaba yo? ¿Dónde estaba Cristo en todo esto? ¿Tomaba el té en el palacio presidencial? ¿O lo estaban torturando en una prisión, junto a Yorio y a Jalics? Quizás el camino parece recto cuando miramos hacia atrás. En el trayecto, muchas veces nos sentimos perdidos. La noche oscura del alma. Cuando terminó la dictadura y regresó la democracia, su orden se puso en su contra. Lo dejaron sin trabajo, lo echaron de su puesto, le quitaron toda autoridad, y lo exiliaron. Lo acusaron de tener ideas rígidas, de ser de derecha, de haber pecado por haber hecho poco, de ser egoísta. Lo enviaron a la montaña, lo exiliaron. Dos años de introspección, de noches y días oscuros. De crisis interna. De cambio. Oí muchas confesiones. Aprendí a escuchar. Hemos conocido la tiranía en este país, pero se está levantando una nueva tiranía. No sólo aquí, sino en todo el mundo. Una tiranía no sólo de represión, opresión y terror. Una tiranía de estructuras económicas injustas que crean enormes desigualdades. Saben, el % de la población mundial consume los recursos a un ritmo que les roba a las naciones pobres y a las generaciones futuras lo que necesitan para sobrevivir. El mandamiento dice: “No matarás”, y pone un límite que protege la vida humana. Hoy también debemos decir: “No” a una economía de exclusión y desigualdad que idolatra el dinero. Toda comunidad debe ser un instrumento para la liberación. Para la liberación y la promoción de los pobres. CONSTRUYAN PUENTES, NO MUROS Necesitamos puentes, no muros. Gracias. Pasaron varios años hasta que el cardenal Quarracino lo conoció en una conferencia. Se convirtió en obispo. Pero no vivía como obispo. Renunció a los lujos. Hizo el trabajo que se les negó a los Padres Yorio y Jalics. Intenté recorrer el camino del que los había desterrado. Cada verdura que cortaba,
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