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eliminó todos los libros marxistas de la biblioteca. Y hacía que los seminaristas vistieran sotana todo el día, incluso cuando trabajaban en la huerta. Y decía que el matrimonio entre homosexuales era un plan del diablo. No es distinto a mí. No. Yo cambié. No, usted cedió. No cedí. Cambié. Usted. Es otra cosa. Estoy bien. Cambiar implica ceder. La vida. La vida que él nos dio se trata de cambiar. Usted es el sucesor de san Pedro. San Pedro era casado. Gracias por decírmelo. No lo sabía. Los sacerdotes no fueron célibes hasta el siglo XII. Los ángeles. No hay referencia a ellos antes del siglo V, y de pronto, hay ángeles por todas partes, como palomas. Nada es estático en la naturaleza o en el universo, ni siquiera Dios. Dios no cambia. Sí cambia. Se acerca a nosotros. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. ¿Dónde lo encontramos si está siempre moviéndose? ¿En el camino? Es su ego el que está hablando. Cree que sabe más que todos. Soy argentino. ¿Cómo se suicida un argentino? Se sube a su propio ego y salta desde ahí. No conozco esta parte del jardín. ¿Dónde estamos? ¿Vamos por ahí que hay sombra? Sí. Quizás encontremos a Dios ahí, en el camino. Se lo presentaré. Defendemos . años de tradición, pero el cardenal Bergoglio sabe más que todos. No. Estos últimos años, nos hemos encargado de castigar a cualquiera que pensara distinto en cuanto a divorcio, anticoncepción, homosexualidad. Mientras destruían el planeta, mientras la desigualdad crecía como un cáncer, debatíamos si estaba bien dar misa en latín, si debíamos permitir que las niñas fueran monaguillas. Construimos muros a nuestro alrededor, pero el verdadero peligro siempre estuvo adentro, con nosotros. ¿De qué está hablando? Creo que sabe de qué estoy hablando. Sabíamos que había sacerdotes, obispos, grandes hombres de la Iglesia que abusaban de los niños. ¿Y qué hicimos? Nos estamos ocupando de eso. Oímos su confesión, y los trasladamos a otra parroquia donde hacían lo mismo. Creímos que si confesaban. Creímos que era mejor que sufrieran nueve niños, mientras no perdiéramos nueve millones de fieles por un escándalo.
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