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Esto es porque cuando cualquier hembra alcanza un tamaño corporal crítico, puede comenzar una dramática transformación. En unos pocos meses, unas encimas particulares del interior de su cuerpo dejan de trabajar y las hormonas masculinas comienzan a circular. Con el tiempo, su cabeza se expande y su barbilla se hace más larga. Y ella ha cambiado a un él. Y con esto llega un cambio en su temperamento. El viejo macho que domina a todas las hembras aqui es desafiado a un duelo. Cuanto más bulbosa es la cabeza, más intimida al oponente. El territorio tiene un nuevo líder. Solo las hembras más grandes se transforman de esta manera. Pero el cambio les permite tener más parejas, así que tendrán más descendencia portando sus genes. Pero un macho nuevo no puede permitirse ser presuntuoso. Dentro del cuerpo de cada hembra de Kobudai, hay un nuevo macho en espera. Cuanto más viajamos hacia los polos, más fríos son los mares. Los icebergs aparecen. Losas enormes que se han separado de los glaciares que están deslizándose hacia el mar. Y entonces la superficie comienza a congelarse. Mientras las luces de la aurora aparecen por encima, incluso en las profundidades del invierno, hay unos pocos lugares al norte del círculo polar ártico que siguen abiertos. Los fiordos del norte de Noruega permanecen sin hielo porque una corriente gigante, la Corriente del Golfo, fluye hasta aquí desde el sur trayendo la tibieza desde el Caribe. Y cada invierno, billones de arenques llegan aquí buscando refugio. Y siguiéndolos. .las Orcas. Hay hasta mil individuos. Posiblemente es la mayor concentración de orcas del planeta. Los arenques pueden ser numerosos, pero en estos fiordos laberínticos no siempre son fáciles de localizar. Sin embargo, estas orcas en particular son especialistas en cazar peces. Trabajan como un equipo, coordinando su abordaje llamándose unas a otras.. Agrupan a los aranques en bancos cada vez más estrechos. Nadan bajo ellos, atrapándoles contra la superficie del mar. Y ahora las orcas despliegan su arma especial. Mueven sus colas con tanta fuerza, que las ondas del impacto aturden a los arenques.