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Y siente el movimiento. Al amanecer y con la luz, el arrecife se convierte en un lugar más seguro. Los pececillos vuelven a buscar comida. El bobbit podría seguir hambriento. Pero a la luz del día, las posiciones se han intercambiado. El pez puede ver al bobbit. En lugar de retirarse, se unen para soplar sobre la arena que cubre al gusano. Arrebatándole su ventaja para sorprender. Revelando el escondite del bobbit, todos podrán alimentarse con mayor seguridad. Pero merece la pena recordar. que hay un bobbit cerca. Aquí fuera, en las llanuras de arena, hay un alojamiento seguro para algunos. Una familia de peces payaso ensillados ha encontrado un excelente hogar. Los tentáculos de esta anémona alfombra gigante pueden matar. Pero los peces payaso son inmunes al veneno, así que pueden refugiarse del peligro. A cambio, los peces mantienen a la anémona libre de escombros. Como ocurre con todos los pez payaso, la familia está liderada por una gran hembra. La cara blanca la señala como la líder. El diminuto macho tiene que demostrar su valía, así que trabaja sin descanso retirando los escombros y ocupándose generalmente del trabajo del hogar. Su mayor desafío es encontrar un lugar seguro en el que su jefa pueda depositar sus huevos. Pero aquí no hay nada sólido para que la hembra pueda depositarlos. Una concha cercana podría ser la solución. Si solo pudiese moverla hasta la protección de la anémona. Demasiado pesada. Además, ya tiene propietario. Un cangrejo ermitaño. Pero ahí fuera, dos veces al día, la anémona es arrastrada por las corrientes de la marea y trae nuevas oportunidades. Una botella de plástico vieja. Tal vez sirva. No es lo bastante pesada. Una cáscara de coco. Parece adecuada. Pero está muy lejos de casa. Y no puede moverla en solitario. Así que la pareja ahora trabaja junta. Un pequeño ajuste en los tentáculos de la anémona para abrir un espacio para el coco. Y la cáscara está dentro. La hembra desova. Un criadero seguro por fin. Ha demostrado ser valioso para convertirse en el padre de sus pequeños. Y los fertiliza. Ahora cuidará de los huevos meticulosamente, manteniéndolos limpios y sanos hasta que eclosionen en diez días. En el arrecife todos hacen lo posible para dar un buen comienzo a sus crías.