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Y debemos comprar las entradas. Ya las compré. Bien. Pero ¿cuál es la prisa, Aliza? Podemos ir a un cierto cualquier día. ¿Y, Aliza? ¿Te quedó sopa de pollo? Espera aquí. Toma. FAMILIA GVILI Te hice esperar. Lo siento. Llegaste. Ahora. Debes haber esperado al menos minutos. Está bien. Es decir, no pasa nada. Una vez, leí en un libro que la palabra “esperar” significa esperar algo que nunca pasará. Es gracioso. Pensé que estábamos esperando al Mesías. Estuve pensándolo. La gente pasa casi todo el tiempo esperando. El autobús, a que lo atienda el médico, a que el agua hierva, a quedarse dormido en la noche. Espera a alguien en el vestíbulo. ¿Qué hay de ti? ¿Qué? ¿Qué estás esperando? Yo. Quizá ya no espero más. Espero a que Israel crezca, se case y tenga trabajo. Pero para ti. .¿esperas algo? ¿La resurrección de los muertos? ¿Te doy miedo, Akiva? En absoluto. Tengo un sueño recurrente. Veo a una mujer sentada en un banco. Tiene un maletín marrón y está esperando. ¿A quién? No lo sé. Siempre es muy triste. Pero hermoso a la vez. Si hubieras llegado tarde, me habrías visto esperando. Sí. No tienes maletín, pero habría sido hermoso. Deberíamos probarlo. ¿Qué? Comencemos la cita de nuevo y esta vez llegarás tarde. ¿Ahora? Sí. Bien. Bien. Entonces, ¿me levanto? Sí. Hola. Lamento llegar tarde. No seas tonto. Escucha esto. Una vieja pareja japonesa se fue a dormir una manta eléctrica. Los entraron tres días más tarde, achicharrados, pero abrazados. ¿Padre? Debo hablar tigo. Mira esto. ¿Por qué todos están tan apurados? Alguien me propuso una nueva pareja. Nos ocimos esta tarde. ¿Quién es? Rotstein. ¿Rotstein? ¿La hija del rabino Azriel? No, la otra Rotstein, la hija de Shmeltzer. Elisheva, la viuda. Vaya, vaya. No soy un niño. No dije nada. ¿Qué te parece? Creo que volveré a verla. ¿Me pides permiso o un sejo? No lo sé. Te lo digo. Eres un chico grande. Es tarde para educarte. Tú decides. ¿Cómo te va la clase? No es fácil. En absoluto. Si los haces sufrir, ¿por qué van a tenerte paciencia? Para ser sincero, no me sorprende. Y ahora me dices que estás viéndote la viuda Rotstein. Dos veces viuda. ¡Basta!

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